miércoles, 7 de febrero de 2007

El apocalipsis llega de manos de la oscuridad

Los mitos y las leyendas han rodeado, a lo largo de la Historia de la Humanidad, todo este tipo de fenómenos astronómicos

PEPA DIAZ
JOSE MANUEL VIDAL


MADRID.- Dragones que devoran el Sol, terremotos, catástrofes, muerte y el fin del mundo. Es el síndrome del Apocalipsis, que acompaña la Historia de la Humanidad. Miles de personas creían que con el año 1000 llegaría el Juicio Final. Desde todos los rincones de Europa, grupos de miserables partieron rumbo a Jerusalén, conducidos por monjes que les prometían indulgencia.

Hoy, los conocimientos astronómicos están mucho más difundidos, aunque muchos piensan aún que eclipse quiere decir presagios funestos.

Es el miedo al dragón que se traga al Sol, el terror a las tinieblas y a la desaparición del astro que regula todos nuestros ritmos vitales. Y, aunque en realidad, el conocimiento científico del fenómeno se remonta como poco a la época babilónica (2.000 años antes de Cristo), los eclipses los utilizaron durante mucho tiempo los líderes religiosos y políticos para amedrentar a la gente.

Por ejemplo, los sacerdotes egipcios utilizaban sus conocimientos astronómicos sobre los eclipses para chantajear a la gente con la cólera de los dioses: el oscurecimiento del Sol era la prueba evidente de su ira.

En una ocasión, un emperador chino mandó ejecutar a sus astrónomos Hsi y Ho por no haber predicho un eclipse.

La Biblia también habla del fenómeno como «el día en que Dios oscurecerá el Sol». Y ese día, anunciado por el profeta Amós, tuvo lugar el año 763 antes de Cristo. Fue descrito por los asirios y cantado por los poetas griegos.

En el continente americano, los mayas y los aztecas ya conocían con seguridad cuándo se producían los eclipses, su calendario podría ser útil en nuestros días.

Los grandes conocedores de astronomía fueron los griegos que ya prevenían los riesgos de la luz solar que desprende el eclipse observándolo a través de su reflejo en la superficie del agua.

Leyendas populares

En la antigua Roma era práctica habitual gritar y chillar para expulsar a los demonios que oscurecían la luz, al tiempo que se vinculaba con la aparición de grandes tragedias. Y el hecho es que, a veces, los eclipses coincidieron con grandes catástrofes, lo cual alimentó sin cesar las leyendas populares.

No todo se tiñe de desgracias, el miedo a los eclipses también ha traído la paz. En el año 585 a.C Tales de Mileto predijo un eclipse que puso fin a la batalla entre lidios y medas.

Sin embargo, el historiador griego Tucídides cuenta que devastadores terremotos coincidieron con algunos eclipses. Una creencia que se afianza sobre todo en el siglo XVII y XVIII y que desemboca en 1978, cuando un terremoto en Irán mata a 25.000 personas, instantes antes de un eclipse.

Otra historia relacionada con el eclipse tiene como protagonista a Cristobal Colón. Durante su cuarto viaje al nuevo continente, en 1593, tuvo que atracar en una isla de Jamaica con las barcas destrozadas, para repararlas. Al comienzo consiguió que los indígenas de la isla le diesen de comer a sus hombres. Pero, a medida que iba pasando el tiempo, resultaba más difícil conseguir comida.

Para remediar la situación, Colón ideó un plan. Sabedor por sus cartas de navegación que el 29 de febrero de 1494 iba a producirse un eclipse total de Luna, reunió a los nativos y les dijo que su tacañería iba a verse castigada por los dioses. Los indígenas, presos de pavor, al ver el eclipse, le dieron cantidades ingentes de comida. Y Colón sació el apetito de sus hombres. Gracias al eclipse.

El próximo siglo, el siglo XXI, amanece oculto bajo los efectos de un eclipse y las predicciones de un profeta: Nostradamus, que ya en el siglo XVI vaticinó: «Cuando el Sol se oculte bajo la Luna, el 11 de agosto de 1999, llegarán tiempos de catástrofes...». Han pasado más de 400 años desde la profecía y ahora, en la era espacial, ya en los albores del 2000, uno de cada cuatro rusos, según un sondeo del Instituto de la Opinión Pública de Rusia, cree que se cumplirán las palabras del profeta.

En la India se auguran efectos maléficos, que según la tradición se protegen encerrándose en casa o bañándose en las aguas sagradas del estanque Curuchetra, en el estado norteño de Uttar Pradesh; se esperan barrios desiertos en la capital y peregrinaciones masivas de los devotos hindúes hacia el baño sagrado.

En el Tibet, el jefe espiritual budista, el Dalai Lama aconseja que vigilemos los cambios en la respiración: «Propongo que cierren la boca y traten de ver que los orificios de la nariz se sitúan cada uno en un nivel diferente», aconseja el representante de Buda en la tierra.

EL MUNDO.SOCIEDAD. 11/08/1999

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