miércoles, 18 de abril de 2007

Noneim



Madrid, Agosto, principios del siglo XXI... En la piel de un incorformista pagano lo de ir a cualquier terraza de verano resulta como este pareado, de mal gusto... Era una noche cálida, plagada de sonidos metálicos de cielo urbano, alejados de los frecuentes de suelo de obras; salimos del trabajo y decidimos ir a refrescar la garganta, reseca del aire acondicionado y del pegajoso calor vespertino, en las polvorientas calles capitalinas. La idea: llegar a casa con la fresca, ya de madrugada.

Iniciamos unas vueltas por lugares emblemáticos... De paseo, bordeamos la Plaza del 2 de mayo y descubrimos, con sorpresa, que su agradable terraza: “El Kiosko”, ya la habían exterminado. Nos enteramos que el Ayuntamiento no quiso renovarles la licencia, obtenida 20 años atrás... una cosa màs de este barrio histórico que desaparecía; como sus fiestas, ubicadas allí desde que los madrileños se enfrentaron a las tropas francesas, escenario elegido por Goya en los fusilamientos y conmemorados sus mártires en una placa, y en piedras gigantes, con las estatuas de los capitanes Daoìz y Velarde, que aún permanecen allì erigiéndose, entre barrotes, y sin espadas, sobre su centro... Sin comentarios...

Indignados, doblamos la primera esquina y de repente, allì estaba... irreverente, rojo y negro, un “malasañero” sin nombre : “Noneim, Plaza, Madrid”... y con comentario: “¡Dios salve a la música!”... Ese era el lugar... El trono del Rock&roll que aún no habíamos descubierto.

De las paredes colgaban retazos de historia, de esa que, aunque se empeñen, ya no se puede borrar. Sus muros, plagados de entradas de conciertos iniciaban un viaje desde Los Beatles, hasta finales de los 90, pasando por los 70 y los 80: Rolling Stones, Tina Turner, Miles Davis, Dire Straits, Nina Hagen..., verdaderas reliquias nacionales: Radio Futura ,Golpes Bajos, Alaska y los Pegamoides... Inéditas como Mermelada, auténticas: Desperados, Ilegales, Leño o Barricada...
Cualquier melòmano tendría un orgasmo mùltiple intelectual al entrar en ese sitio con vocación de innombrable llamado Noneim. Decidimos sentarnos y pedir unas cervezas.

Javi, 14 años... Mientras mi hermano estaba en la ducha le registré los pantalones y encontré una papela con heroìna. En los 80 la cocaìna no existía..vaya sorpresa tenía preparada ... bajé a la calle y fui al rincón de siempre, allí estaban todos mis colegas, por fìn burro, algo nuevo, ya éramos como ellos, èramos mayores. Dejamos los porros “pa mientras” y probamos esos polvos que llevaban al cielo de Madrid las estrellas.

No era la primera vez que le quitaba las drogas a mi hermano, escondía bien las más duras, pero ese día se olvidó... Invité a todos, vaya subidón... aquello era otro mundo que superaba el presente... volábamos sobre cometas desprendiendo una estela de ilusiones..., cristales rotos en el silencio...
San Blas, principios de los 80... Le llamaban el Huevo porque su padre tenìa una pollería-huevería en el Mercado de García Noblejas; allì todos, los cuatro hermanos, pasaban a echar una mano y a curtirse cuando no estaban centrados en otros menesteres más terrenos. Èl era el mayor del gremio (y, por distintos motivos, sentía una especial debilidad por su hermano pequeño, Javi); la noche era su dueña y su verdadero amor la música. A pesar de su enriquecida vida interior, jamás imaginó que pertenecía a una generación que tendría que elegir entre ser víctima o superviviente... Y así, pasó de portero del Rockola y del Rock Club a Rock manager.

La oficina estaba en Gran Vìa, su jefe, Micki (El de los Tonis)... Podía recorrer todos los escenarios y empezó a coleccionar las entradas de conciertos: Iron Maiden, The Clash, Twisted Sister, White Snake, The Cure..Alarma, Ramones, Los Suaves, Pata Negra..y ¿cómo no? Los Burning, el Ùltimo de la Fila, Corcobado...
Entonces había garitos, música y actuaciones en directo, a diario, eso sí era “la Movida”, la verdadera, la auténtica... Astoria, Canciller, Rockola, la Universal, el Rock.club, Estudio 54 y el Pabellón de Real Madrid: todos ellos extintos, fulminados...desaparecidos por completo... como gran parte de sus habituales...reventados por la droga y la ignorancia al acecho de un virus mortal: ¡A.I.D.S!.

El Cutre Inglés...era otro universo... Así se llamaba, era un after, sólo a puerta cerrada, abría a las 12.p.m y cerraba a las 9. Se encargaba de adoptar a la inquieta bohemia de vanguardia: Olvido y los Pegamoides, Los Secretos, Tequila, Los Pistones, Wyomig y Reverendo... y muchos más, todos ellos...
Se acababa a las 12ª.m en el Roto y se seguía en el Cutre Inglés y de nuevo en el Roto, a las 21h... y así en eterno retorno.. hasta que el cuerpo aguante...
El Roto, finales de los 80... Ana quería dejar el bar, habló con el Huevo del precio, parecía buena idea... el Cutre Inglés cerraba y ya no habìa “afters” a los que acudir... El huevo pidió un préstamo en casa y puso sobre el poliuretano la fecha en la que se entronó como dueño. Ese fue el primer Noneim, en San Vicente Ferrer, 25. Allí conoció, junto a su música, al que sería el último amor de su vida: Lucía.

Su hermano pequeño, Javi, estaba dejando el caballo y podía ir a echar una mano y dejar la pollería... la intención de Jose, “el huevo”, era ejercer de hermano mayor, ahora más que nunca... Su primer comentario: “Copas”, Madrid, ” Dios salve a la música”.... Aquello fue una aventura... el Cutre Inglés ya no estaba y sus antiguos asiduos lo habían sustituido por el bar del Huevo... hosteleros, músicos, cantantes, actores... todos los bohemios inquietos se pasaban al menos cinco de las siete noches de la semana, estaba siempre a rebosar, y allí, como en el Cutre Inglés, había de todo. Javi ocupaba la barra y pasó de la heroina, empezó a consumir otras sustancias que hacían, la noche, más amable y llevadera. Jose ya había conseguido tres de sus objetivos: el bar, la música, recuperarse èl y, sobre todo, a su hermano. Pero su idea era ir más allá...

Madrid, Agosto, principios de los 90... El público iba cambiando y muchos de desapareciendo... El Sol, local peculiar del 2 de Mayo había durado ya más de una década, sin embargo, llevaba ya cerrado 6 meses... Jose pasaba por allí a diario, y en vista del éxito del Noneim, Copas, “Dios salve a la música!”, se le ocurrió que faltaba un local, uno que completara los horarios como antaño… se enteró del traspaso y se hizo con él...ahora sí habìa ampliado las alas de su pequeño imperio...

Entre el bar y la música le dieron unos ahorros que invirtió en ampliar la red de innombrables en el barrio de Malasaña. Se abrió en el 92, gran día de inaguración...estaban todos, no faltó nadie... Bar Noneim, comentario: ”Plaza, Madrid”, “¡Dios salve a la música!”... Era perfecto, salían de uno y entraban en otro... ¡copas, sexo, drogas y rock&roll las 24 horas del día!... lo tenían todo...
Finales de los 90... El Huevo sale del médico, acaban de comunicarle el resultado: POSITIVO,...¡Qué diablos es esto!... La noticia hizo destrozos... Trató de buscar salidas... el médico le recomendaba todo lo nuevo y él actuaba como conejillo de indias… no había entendimiento... sólo tratar de salvarse... Lucía le acompañaba, se hizo su cómplice, irremediablemente su mano derecha... Lo dejó todo... empezó a ayudarle en el bar... No eran los únicos...

Para pagar los tratamientos tenían que vender un Noneim... entonces eran carísimos y no había cura... sólo paliativos... Así se fue desmenuzando... Cerraron el bar de copas, el primero, pasó a otra gente... se convirtió en un punto de encuentro cultural.

Estuvo luchando hasta el final, pero entonces no había perdón...Aún quedaba el Noneim Plaza... Al morir el Huevo el bar pasó a Javi y a Lucía... decidieron conservar los objetos y la historia que con tanto afán guardaba Jose, y exponerlos en sus paredes para el uso y disfrute de los que pasamos por allí, pero sobre todo para algo que está en el aire y en lo que Jose se dejó la piel... para que “¡Dios Salve a la música!”: Noneim.

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