lunes, 9 de julio de 2007

Y Dios se declaró superhombre



Habló el espíritu inquieto,
ese que
al buscar
encontró razones para cambiar el mundo.

Ese que trató de ubicar
el lugar de cada cosa,
y de cada casa...

Ese que entendió persona,
en vez de gente
abismo del todo,
que es lo mismo que la nada
y despista la existencia
y el deseo de armar
un ejército de paz
para la vida.

Ese que anula esencialmente lo prohibido
permitiendo lo más ìntimo
querido y consensuado en la conciencia,
aún sin que tenga sentido
en los otros..

Soy y no estoy,
Sin embargo existo
y permanezco
en la locura serena
capaz de esquivar aristas
para poder estar,
a pesar de ser
y no llegar ya ahora.

El miedo
no abraza,
ni contiene
la lanza salvaje
que se inflitra entre el cuerpo
y el conocido saber…
lo eternamente lúcido,
denominado en hipnosis religión.

Nietzsche ya vino a despertar
cerebros,
a extraviar
conceptos que flotan
desnudos en las estructuras
de un sistema pobre y miserable,
que enlaza la vida
y la estética
eliminando
el antiguo sentimiento
puro del instinto
más noble,
de esencial supervivencia.

Latidos y voces,
sonidos que quiebran
lo mediocre
y resuelven
la sustancia,
que abraza
nuestro ego
transformando los entornos
más cerca
y de lejos,
creando
el movimiento
del péndulo Foucoliano...

Esa brisa
a la que huelen
los cambios profundos,
movimientos de masas
que jadean desnudas
pidiendo con gritos sordos ¡S.O.S!…

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